Son las 13.50h del viernes 29 de enero de 2021 cuando escribo este titular.

Ahora son las 14.10h cuando comienzo a redactar. Han pasado 20 minutos de absoluta improductividad. Mi obsesión salta de web en web cumpliendo con una ley no escrita que dicta que si las visitas todos los días, aparecerá un hada madrina y te iluminará el camino.

(Hola, ni nombre es Paca y estoy en ERTE desde marzo. El tiempo pasa volando y la incertidumbre se queda).

Paca ha pasado una noche llena de aventuras. Una tila, otra tila, un pis, ahora se duerme, ahora se despierta, ahora confía en que pensando que todos somos seres de luz se dormirá, ahora toca la tela del pijama y se vanagloria de los suavecita que es y, por tanto, la compra ha merecido la pena. Y en algún momento, Paca se duerme.

Paca escucha Roxette porque un buen amigo suyo la convenció de que era justo y necesario. Paca no discrimina y escucha las canciones de Roxette en castellano. Paca siente que, si quiere, de aquí solo se puede ir a mejor.

Paca hoy no está inspirada. No divierte. Se va de aquí. Paca acaba de ser despedida.

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«Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta…»

¡Dios Santo! ¡Qué tesitura! Siento algo parecido en el cuerpo a lo que debió sentir Dani Rovira este lunes pasado al ponerse al frente del nuevo programa de RTVE «La noche D». O bueno, quizá solo exagero para captar tu atención…

El caso es que llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de volver a escribir con el fin de hacerme sentir bien y, finalmente, he llegado a la conclusión de que abrir las puertas de mi antigua casa, y decorarla con el paso de los años, podría tener resultados beneficiosos a corto plazo.

Vuelvo menos exigente y con más ganas de disfrutar. Más joven y enriquecida. Y más generosa conmigo misma, porque yo lo valgo.

(oh my God, me leo y me sueno a titular de «Vogue» o similar… ¡Hay que ver qué despiporre! ¡Y todo gratis!)

Lo dicho, he decidido resucitar este espacio y llenarlo de historias tristes para personas alegres.

Welcome to the club!

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¡La madre del cordero!

Me se ha ocurrido entrar en este lugar, templo de un mundo interior abandonado al espacio exterior, y echarle un ojo a lo escrito. Tras echarlo, y sujetarlo, me han sorprendido básicamente dos cosas:

  1. Las entradas escritas…¿escritas por mí? Sí, escritas por mí. Al menos así lo recuerdo. Sin embargo, no recordaba la forma de lo escrito. Ha sido como recuperar una de esas fotos antiguas… Esas fotos en las que te veías y sentías rechazo por tí y que, pasados unos años, vuelves a ver y piensas: jolines, ¡pero qué bombón más salao!
  2. El tiempo que ha pasado desde la última vez que publiqué un post, dejando en blanco espacios que jamás lo han estado.

¿Quién sabe? Quizá sea este el reencuentro con una vieja amistad. Una amistad buena y verdadera, que no se juzgue, ni se exija más allá que respeto y buenos momentos.

Un saludo a mi blog personal.

Con cariño,
de microobsesiones
para
microobsesiones.

 

 

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Psicología palurdista (de palurdo) nº…1

Ayyy… suspiró el infante…

Los lunes al sol por la mañana así son. Sin zumo de naraja recién exprimido para ponerte en On ni nada que se le asemeje. Pero no pasa nada, hay que levantarse igualmente en busca y captura de algún pensamiento «palur» que de brillo a nuestras vidas.

Lina Morgan en «La tonta del bote».

 

He ido a la ferretería con la idea de comprar dos objetos más o menos necesarios. Uno sí le, y otro no le. Pero nada de engorilarse. En la psicología palurdista esto no es el clásico «qué coñazo, ahora a buscar en otro lugar». ¡Nada de eso! Prohibido. En la psicología palurdista tu sentir se pone contento y piensa: ¡Qué bien! ¡Así podré repartir gastos entre dos pequeños negocios!

Pero aún hay más. Un pequeño conflicto moral que se plantea entre medias: «¿Y si me paso por el bazar chino? Así fomentaré la integración cultural y económica… Aunque claro… ¿Quién está detrás de ellos?¿Harán la declaración de la renta?». Finalmente, el gen egoísta es el que decide y vas al comercio que más te conviene.

Tras todas estas profundas y relevantes reflexiones no encuentras lo que buscas. ¡Qué buena excusa para frustrarte! Con psicología palurdista esto no ocurrirá. Pensarás en todos aquellos objetos mágicos que has descubierto en la ferretería (¡¡¡el perchero múltiple!!!, la polea – que te retrotrae a tiempos de la E.S.O.-, la maquinita para probar el alumbrado de las bombillas, guantes monísimos de jardinería con florecitas…) y en la sabiduría que el ferretero te ha traspasado, donde el sustantivo «cónico» cobra al fin sentido y entiendes que el acero inoxidable fue un gran invento.

Moral_oreja: que nadie prive tus instintos palurdistas y que no decaigan los ánimos!

Un poco de musiquita motivante de unos de mis grupos musicales favoritos: Super Skunk – Nadie como tú

 

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EL RINOCERONTE QUE LLEVAMOS DENTRO

De dura piel, bien pringada en barro, camina por donde quiere y arrampla con lo que se le cruza en el camino haciendo tambalear la tierra, mientras su afilado cuerno amenaza el estado social actual.

Es un rinoceronte total, cuyo poder hipnotiza y atrae a los más bobos: o estás con él, o en su contra.

Y es muy fuerte. Tanto que si no le ves venir te puede aplastar. Por eso, una vez más, o estás con él, o en su contra. Pero, ¿y si le ignoras? Vivirás más feliz, pero… ¿es el remedio? ¿Y se puede curar una enfermedad antes de que aparezca? ¿O para curarla hay que hacer que aparezca?

Somos libres de pensamiento, y eso nos hace grandes, pero ten cuidado en no liberar estos por tu boca y que sean contrarios a los del resto de rinocerontes, que te la juegas. Al fin y al cabo, como se dice en un momento de la obra Rinoceronte de Eugène Ionesco, “es una heroicidad decir en voz alta una locura”.

Con la premisa del totalitarismo se presenta esta obra en el Teatro María Guerrero de Madrid.

Dirigida por Ernesto Caballero, nos sumergimos en un universo representado a pequeña escala en una acomodada y provinciana zona donde, de pronto un día, los vecinos son sorprendidos por una atractiva fuerza sobrenatural de la que serán presos. Ante esta, todavía queda algún que otro que, primero se hace el despistado y después se intentará proteger de la epidemia. Hablamos de Berenger, el protagonista de esta obra, interpretado por el magnífico Pepe Viyuela, y que representa la reflexión ante el advenimiento de los acontecimientos. En este caso, el dejarse llevar sin pararse a pensar ni oponer resistencia.

De otro lado está su mejor amigo, Juan, interpretado por Fernando Cayo (que dicho sea de paso, hace un papel “para quitarse el sombrero”), cuya transformación en rinoceronte nos hace testigos de una brutal metamorfosis que resulta agresiva y molesta, por lo que tratar de pararla mediante la razón no provoca más que impotencia.

Hay quien, en los tiempos que corren, comparan este Rinoceronte con el mediático partido político “Podemos”. Y es que el tema que se trata parece que nunca deja estar de actualidad. Parece que pararse a pensar y evaluar que propuestas nuevas se nos trae, a algunos les da miedo. A otros, sin embargo, les da más miedo seguir con las viejas ideas. Lo peligroso, en cualquier caso, es cerrar los ojos ante lo que sucede a nuestro alrededor y dejarse llevar.

Rinoceronte / CDN - María Guerrero
Rinoceronte / CDN – María Guerrero

Confieso que me da mucho miedo la figura del rinoceronte, o lo que vienen siendo los totalitarismos. En esta obra se hacen claras alusiones a los sistemas políticos y sociales, empleando la metáfora y el simbolismo como recursos más evidentes. Es en ellos donde uno puede perderse y dejarse llevar por donde a su imaginación más le interese.

En este caso, mi obsesión se acerca a una más cotidiana. A la del día a día. A la de las relaciones personales. Las conversaciones, las opiniones, los modus operandi, las ideas y la manera de imponer estas.

Acudo atónita últimamente a comportamientos radicales en los que demostrar tu propia voz a quien jamás ha consentido que se la levanten es sinónimo de castigo. En los que, caminar en contra de los patrones de comportamiento que dictan los creadores de tendencias, es sinónimo de ser visto como un bicho raro, pequeño y cerrado.

Es una antítesis en sí misma lo que está ocurriendo: se propaga a los cuatro vientos ser dueño de una identidad propia, mientras que se promociona que esta tenga lugar en los medios dispuestos para ello y que se sigan unas corrientes de comportamiento similares. Y si te sales de estas, empiezas a ser una amenaza para el rinoceronte y solo caben dos salidas: que te coma o que te lo comas tú.

Pero lo que más me asusta es ver estos comportamientos en gente cercana. Ver cómo el escepticismo es en ocasiones juzgado como algo peyorativo. Ese es el miedo, descubrir el rinoceronte que todos llevamos dentro.

PD: la puesta en escena y elementos técnicos son toda una obra de arquitectura que bien merece ser vista. ¡Enhorabuena a todo el equipo artístico!

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200 palabras

Escribir al menos un texto de 200 palabras, meter las que son clave en el primer párrafo, no abusar de los links, crear un texto con información consistente (que consiste en algo, supongo), atraer a las masas, fidelizarlas y hacerlas felices, incluir imágenes, vídeos, pero no saturar… Y si es posible ser cool. Todo esto sin mecanografiar las siglas de oro: SEO.

Me imagino al Señor Google flanqueado por Panda y Penguin en su tribuna, mirando a los bloggers con su ceja derecha levantada, dispuesto a castigar o a acariciar el lomo a todo aquel que cumpla sus mandamientos escritos en tablas de agua condensada.

Me imagino también la figura de un típico escritor del Romanticismo tratando de explicar de forma poética cuán prietos les sientan sus pantalones nuevos en el marco de un medio de comunicación on line. Y me gusta. Posiblemente se acerque a la imagen de Copy, Redactor publicitario o perfiles similares que copan las listas de ofertas de empleo actuales.

———————————————- INCISO EN EL CAMINO ——————————————-

histeria

Voy acercándome a las 200 palabras y aún no he escrito nada con sentido o interesante (sí consentido), así que tú, querido lector, lo mismo has abandonado el salón. Quedan tres palabras…y ya está.

200 palabras

New age, new life

Queridos lectores:

Actualmente me encuentro inmersa en un proceso de mejora de este mi (nuestro) blog. Es por ello que se encuentra tan parado, pero no por ello despreocupado.

Consciente de que quizá abarca más temas de los que yo puedo dar, y cada uno de ellos con estilos contrapuestos (uno más creativo y libre en contra de uno más formal) me debato acerca de cómo enfocarlo de aquí en adelante.

No solo pretendo focalizar más el tema, también la estética y funciones del mismo habrán de sufrir mejoras (¿sufrir? Sufrir sufren las madres cuyos hijos ven ir a la guerra… ¡No las mejoras!).

En fin, tras este chascarrillo absurdo y de denuncia social (2×1, ¡estamos de rebajas!) os invito a compartir vuestras críticas negativas y positivas acerca de qué contenidos os interesan / gustan más.

Gracias por vuestra atención y saludetes, ¡amiguetes!

New age, new life

Resaca de #23F

Si mi intestino no se equivoca, todos vosotros sois esporas nacidas de algún lugar del mar. Y si el mar es mar, desde que los pelillos van a la mar, y su espuma, la que desatasca el desagüe de vuestra ducha, vosotros, ¿qué sois?

Ánimo para la semana que comienza y suerte con vuestro instinto grueso.

Y este temita, porque me gustan a mí estos chicos:

Resaca de #23F

#LaPuestaDeÁcido es un poco de peyote también

Me van a disculpar mis invisibles lectores, pero es que esta semana el dueño de mis microobesiones es Ángel Stanich. Motivo: el estreno de su primer álbum, «Camino Ácido», en Radio 3 y, ayer tarde, la presentación de este mediante un pequeño concierto acústico en un lugar de Madrid de cuyo nombre no quiero acordarme (por solidaridad con la comunidad gangosa, más que nada).

Bueno, a lo que voy. A pesar de perderme medio concierto, porque así son las cosas y así se las contamos, puedo reiterar una vez más que este mozalbete de buen cabello no solo ha ganado con este su primer disco producido, si no que en directo se supera, requeteganándose a un público sabedor del camino que aún queda por recorrer tras las espuelas de sus botas.

Tildado de indie y ácido, hoy, tras escucharle en directo una vez más, le quito las etiquetas al no encontrarle el envoltorio, y me quedo con ese momento de felicidad compartida dentro de aquella caravana con moqueta en la que nos metimos ayer unos cuantos en plan comuna chamánica.

¿El motivo de tanta felicidad? Al fin algo diferente, fresquete como un whisky on the rocks, y de alta calidad compositiva en este país que tan gris luce últimamente.

La próxima ocasión de verle tocar en Madrid la tendremos el 16 de marzo en La Radio Encendida de RNE-3. Mientras tanto, le podemos escuchar en formato físico CD, Radio 3 o Spotify.

Salud!

#LaPuestaDeÁcido es un poco de peyote también

Descubriendo al tipo en quien confía el carnicero cuando quiere género fresco

–          Escucha esto. Es tipo Albert Plá.

–          Tipo Albert Plá… Habrá que escucharlo a ver qué pasa… (Pensé audazmente).

En ese primer momento, esa demo ácida me trajo a la cabeza a algún tipo triste tocando su guitarra, escondido entre cajas de cartón dentro de cualquier cuartucho con paredes blancas, donde Albert Plá, si acaso, no pintaba nada, quedando esta experiencia aparcada en la cabeza de mi querida “recomendadora”.

Unos meses más tarde, el destino hizo que fuera al Sonorama 2013, festival que se celebra en el pueblo de mi madre desde hace unos cuantos años y al que jamás me había planteado ir por un motivo muy claro: nunca invitaban a artistas de la talla de Raphael. Pero en esta ocasión, my friend, something was blowing in the air and I decided to gou.

La arandina Plaza del Trigo, madrugadora, pequeñuela y calurosa, aguardaba abarrotada de gente a que el chico triste del cuartucho de las cajas saliera a tocar en algún momento. Para hacer tiempo, mi amiga Kiki y yo fuimos a por unas cervezas a una tienda de la Plaza Mayor y, de paso, bichear el ambiente.

Fue entonces cuando me crucé con El Meister (Corizonas y Arizona Baby) y pensé: “¡Coño! ¡Qué bien! Por fin uno que conozco!” Para continuar con alegría mi camino de retorno al escenario de trigo (que no de cebada… jojojojojo). Entre tanto magma de emociones inodoras salió El Meister a escena. Pero algo raro, que a mi suspicaz olfato no se le podía escapar, ocurría en lo que viene siendo el orden de los factores del producto. Vamos, que El Meister, por lo visto de Pucela, no salía a actuar como “frontman”, si no como “rightman”, custodiando junto al bajista Álex Izquierdo al chico triste que tocaba entre cajas de cartón y que no tenía nada que ver con Albert Plá, pudiéndole poner por fin cara, barba y camisa.

Y con qué alegría, oye. Porque de triste nada. De chanante un poco, y de musicalidad bastante. Todo energía y potencia dentro de una gran caja acústica con tapa abierta a la intemperie, bullente de modernetes y con los látigos del viejo Oeste asomando y refrescando a través de las ventanas.

De este modo, decidí que Ángel Stanich sería un buen compañero de momentos y que habría que seguirle en Twitter si me quería enterar de las novedades, siendo sorprendentemente yo seguida por unas tales @chicasacidas, incondicionales del mismo y que, a día de hoy, sigo sospechando que son un invento freudiano del propio Stanich.

Sea como sea, las @chicasacidas deben estar hoy encantadas porque San Valentín las ha traído el estreno de su álbum Camino Ácido en Radio 3, con las mismas canciones de bandcamp.com, y con otras, todas ellas remasterizadas, asegurando un interesante futuro para este jovenzuelo que, descripciones inútiles aparte sobre lo misterioso de su ser, prometo que promete.

Descubriendo al tipo en quien confía el carnicero cuando quiere género fresco